Tenemos décadas trabajando con computadoras y acá en Venezuela (no hay mal que por bien no venga) nos ha tocado armar y/o reparar nuestras propias máquinas debido a la carencia mano de obra calificada, tácticas mercantilistas aviezas y muchos otros factores.
Somos de la época cuando las ranuras era tipo ISA y todo había se tenía que configurar por medio de interruptores (jumpers, en idioma inglés) y todo venía por separado: tarjeta controladora de disco duro, de disco flexible (floppy, en idioma inglés), módem, vídeo, etc. Problemático era conectar la Unidad Central de Procesamiento (CPU, por sus siglas en idioma inglés) pues si nos equivocábamos de frecuencia y/o voltaje literalmente quemábamos el procesador.
Con el advenimiento de las ranuras PCI las cosas mejoraron, luego las placas madres comenzaron a traer toda suerte de cacharros incorporados, ¿y por qué le decimos cacharros? Pues porque los fabricantes nos la jugaron sucia y los componentes eran son chips con poco poder que basan su trabajo en el CPU (todavía lo siguen haciendo en el caso de los conectores de red ethernet). Esto resta poder de cálculo para nuestras aplicaciones, sin contar que nos «roban» memoria RAM para la tarjeta integrada de vídeo (afortunadamente las algunas placas madres traen tarjetas de vídeo con su propia memoria aparte, incluso más rápida que la que van en los bancos RAM). En fin, que «hay de todo en la viña del Señor» pero, ¿a qué viene a cuento toda esta perorata? Seguid leyendo.
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